domingo, febrero 07, 2010

El martes.

Caminaba con shorts a las 7 de la mañana. El tipo del metro me decía que ahora solo se puede cargar 800, porque el pase cuenta como una bip más. No cargo nada; camino. Con 800 como cuatro días, camino mejor. Me ubico por Independencia y por Vivaceta, por Recoleta no. Camino. Desde mi lado, se ve un perro dormir. Avanzo, lo veo desde otro angulo, y definitivamente no estaba durmiendo. Me da pena porque le daría pena a ella, y porque en el fondo me da pena tambien, pero menos que a ella. Choque visual; la ciudad a las 7, sin nada vivo cerca, sin autos, sin micros, sin calles. Llego al cementerio, suena en el pendrive algo medio triste; repertorio comun. Me vuelve el perrito a la cabeza, huele a flores, no las distingo. Flores. Siempre pienso son claveles, aunque no lo sean. Un hombre tira un balde de agua al piso. Tengo las chalas mojadas y los pies mojados, lo miro de vuelta mientras camino. Me alejo de la tierra. En las rejas del cementerio, algo así como una corona, ensartada en la reja. En un respiradero del metro, un stencil de fono-aborto, con los numeros a los que llamar tarjados con pintura roja. Al frente, casi al frente, un lugar que me recuerda al Sanctum Santorum. Si tuviese un bar le pondría Oblivion, o Sanctum Santorum. En el cerro, una especie de altar, a nada en particular, pero tiene flores. Más alla, una iglesia y una panadería. Tengo 1000 pesos y ahi venden los mejores cachitos de santiago, o por lo menos, los con el manjar más rico. Sigo con el perro en los ojos, tengo solo 1000 pesos para llegar al viernes. Camino recordando malas ideas, y como debería haber tenido una mala idea mejor, una que conocía más, una que tampoco me entendía pero que tenía un encanto otro que abrazarme. Aun lo tiene, o aun creo lo tiene. Ya no importa, de un modo u otro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad que encuentro cuestionable la puntuación del texto en algunas partes, pero aun así me agrada.