viernes, abril 11, 2008

Sigo "vivo"


A mis lectores actuales, acaso criaturas mitológicas, acaso Vale's, acaso minas weonas(aun no pierdo la esperanza, saben; aun creo me lee), acaso personas de paso.


Si alguno de ustedes leyó Magic Mountain, de Thomas Mann, quizás pueda entender ese extraño momento en el que la vida está ad portas de volverse algo más. Previo a ello, a veces uno decide hacer cosas, a manera de cierre.
Sucede que a veces, al cerrar, te quedas dentro y la vida sigue sin ti. Es como cuando, previo a entrar a estudiar algo sobre barcos, decides ir a ver a tu primo tuberculoso a su reducto de confinamiento. Es como cuando previo a querer cambiar de ciudad, de aire y de carrera, decides quedarte una temporada entera delante de un computador.

Es como un loop temporal. Todos los días es lunes, despiertas a las 6 de la tarde para almorzar y después juegas a que el tiempo pasa.
Es una especie de pesadilla en la que tienes tanto tiempo y tanta carencia que solo te quedas mirando al fondo de la pieza como si atrás hubiese algo. Como si hubiese una extraña opción de salir de este lugar por lugares otros que la puerta, la ventana o el techo.
Es como un juego de vídeo en el que el setting cambia a medida que el personaje resuelve acertijos inutiles. Cuando entras a la casa no hay ropa en el tendedero, cuando sales las sabanas colgadas, la noche y la falta de luz te asustan. Si te asustas, ladra el perro. Si en vez de asustarte asumes estas perdiendo contacto con la realidad, ropa colgada mediante, entonces el perro no ladra, y si ladra no lo escuchas.
Es como uno de esos libros de cuentos en los que el epilogo enumera los contenidos previos y lo que deberías haber notado en cada uno de ellos. Si no me entiende, piense en un libro de Wally: al final, si no encontrabas a Wally en una pagina, te daban tips para encontrarlo, o quizás retos extra, como por ejemplo "encontrar al hombre sin zapato" o "encuentre a la alumna de biología de la PUC de sus sueños(no la de verdad, la de sus sueños)".

Odio hacerme esto, saben. Mas me divierte la referencia interminable a ese recuerdo gracioso, ese que me encantaría ver empalado en la plaza mayor de alguna ciudad sombría y lejana.
Hay dos de aquellas referencias en este texto. El primero lo podría encontrar cualquiera, el segundo solo ella.
El que encuentre los dos se lleva una edición en doc de mi novela aun por terminar.