viernes, mayo 01, 2009

Cotidiano

Es como estar más solo que de costumbre, con ella al lado.
Y ese gusto en la boca, ese sabor a que ha estado muerta demasiado tiempo
y demasiado rota y demasiado todo y yo no, o yo si pero distinto, de otro modo, como si importase,
como si me importase y me siguiese importando todavía.
Y huele a uno de esos silencios incómodos en los que uno alcanzaría a escribir una novela.
Entre que empiezan y no terminan, porque nunca terminan y es un silencio incomodo cuando me abraza y cuando caminamos y hacemos como que nos hacen gracia los horrores del otro y ahí no me siento tan solo, ahí no se siente tan roto ni tan muerto, pero es de esas virtualidades tan lindas de entender desde afuera pero que alivian tan poco desde dentro.
O duerme o no me quiere mirar y es a mis ojos igual de desesperante que cuando me dice que no hay nada que podamos hacer, que no es necesario que sepa nada y que no tengo nada que ver con lo que sea que tiene mente, que no es mi asunto, que no sea metiche, que quiere privacidad mental y me duele ver todo lo que tiene en mente cuando se le sale pero no como palabras sino como una forma de mirar tan triste, y en como lo entiende todo.
Y como es posible leerlo todo en ella, como si yo hubiese visto demasiadas películas de detectives y a muchas herederas se le notasen muchas cosas y muchas mentiras y siempre pensase las herederas esconden algo entre la sonrisa y la falda...