jueves, agosto 07, 2008

Faltan trece minutos para la medianoche

Me caigo. Me caigo y me muero, y de mi sale un fantasma que muere de ganas de comerse un completo. Me levanto y me limpio el polvo de la gabardina. Mi mochila hace un ruido horrible, como si algo se hubiese roto o como si anduviese trayendo piedras. Me río y me paro y miro a la gente reírse. Sigo cantando el estribillo de una canción de los Pet Shop como si fuese un mantra. Sin los audífonos el mundo es distinto; duele menos, dan menos ganas de llorar, dan más ganas de quedarse quieto y mimetizarse con todo, como si fuese tan fácil llevando gabardina. Tengo algo así como barro en los pantalones, pero no es barro sino que solo es lo que quedó después de haber caminado como la lluvia. Quizás si cuenta como barro pero estando al final de los pantalones, no hace diferencia. Camino como si llevase algo muy pesado en la mochila, como si la carga estuviese ahí, como que si alguna vez me sacase la mochila, me liberaría de algo cansador y enorme, de esas cosas que pesan mucho y lo hacen a uno encorvarse a uno, de a poco. Un amigo me dijo hace mucho tiempo que uno tenía que caminar siempre recto, siempre sacándose el fracaso de los hombros. Yo no puedo. Para cuando llego al carrito de completos, lo intento, me la saco de los hombros, la pongo entre mis piernas y miro hacia los dos lados, por si es seguro dejar de ponerle atención o no. Pido un tomate mayo y una bebida. Todo está quieto, la ciudad se acaba a las once y media. Todas las ciudades se acaban a las once y media y después viene la jungla, los gritos, las ganas de llegar curao, de no llegar, de que a uno lo asalten a la vuelta y que no lo dejen llegar y amanecer muerto en la cancha, porque uno cuando muere sigue amaneciendo y se va uno con el día, y vuelve al siguiente, y cuando uno cae y uno muere uno sigue queriendo comer completos pero es difícil. Se vuelve todo difícil y arcaico, como si las formas físicas hubiesen sido un invento de unos griegos medios locos vestidos con sabanas, como si que las cosas se distinguiesen de las otras cosas fuese culpa de Platon y de la cosidad de las cosas. Que unas cosas son más cosas que otras cosas, que unos completos son más que otros, que la ciudad a las once y media tiene más ciudadidad que la ciudad a las doce con medio completo ya comido y con la sensación graciosa que le deja a uno el pan frío en la boca, cuando tiene ketchup. Pago y me voy. Pienso a veces sería más fácil si me diesen ganas irrefrenables de otras cosas que de completos. Una pareja me ve avanzar y les da miedo que me mueva tan cerca suyo, tan tarde, y con la calle tan sola, así que empiezo a cantar fuerte una canción de los Beatles, y a pronunciarla bien y en el fondo a realmente darles a entender yo la entiendo, y me dan ganas de decirles que fui universitario, que no soy un ladrón, que la ropa la llevo gastada y medio sucia porque ayer hubo mucha lluvia y que no quiero gastar la ropa limpia y que me da mucha risa que me tengan miedo siendo que soy lo más inofensivo que la ciudad le podría ofrecer a alguien de compañero de calle vacía y que quizás si pasase algo a mi me daría por creerme héroe y ayudarlos pero siguen mirándome como si fuese un fantasma que canta mal y la luz me da por el lado y hace que la mitad de mi se distinga en la noche; justo la mitad que quería un completo, justo la mitad que no quiere llegar, justo esta mitad.

1 comentario:

nosesilbar dijo...

concurso, viste? manda
MANDA
este me gusta mucho ya vuelvo de a poco a comunicarme
bueno?
en todos estos días sólo he hecho animalitos tontos y he ido a ver malas obras de teatro y he comido puros pan con mermelada y leche chocolatada te debo un completo o una papas lo que sea algo salado viene bien