100 días

Los Smiths suenan una y otra vez, y que sean temas de 3 minutos lo hace increiblemente molesto. No lo suficientemente molesto como para perder tiempo modificando la playlist, pero lo suficientemente molesto como para dedicarle a dicha sensacion unas palabras previas.
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Se siente como llorar, igual de innecesario, pero es diferente.
Se siente como uno de esos momentos de la vida, usualmente delante de un hervidor electrico o de un micro-ondas, en los que lentamente te das cuenta un cable está haciendo tu comida/bebida comible/bebible. Y claro, que los cables nos hagan las cosas le quita un poco la gracia; no es que tenga ganas de ir y sacar mi propio carbon con el cual hacer fuego, y con ello sentirme autosuficiente. No es eso.
Es saber la siguiente vez me enamoraré de un cable y viviré feliz de la vida con repentinas descargas de placer, mientras me calienta la comida y deja el agua lista para un té.

Se siente como una de esas clasicas descripciones de Gaiman sobre Desespero:

En habitaciones vacías de hotel y salas de espera, está ella.

O quizas como esta otra:

Cuando la persona que más te conoce en la vida te mira de vuelta, y en su mirada
eso no hace ninguna diferencia, ahi está ella.

Soy un intento de escritor, mas no puedo, aunque sé como hacerlo, sacar dichas presencias de mis emisiones.
Si me sirviese de consuelo, diría que tampoco puedo sacarla de mis pensamientos, pero no hace absolutamente ninguna diferencia.
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Y Los Smiths siguien sonando, como si esto fuese ciclico. Ademas de exasperante, ciclico.