viernes, agosto 07, 2009

Tequila

El tipo de cosas que todos sabíamos iban a pasar y que todos hasta habíamos conversado, en la comodidad del hogar. El tipo de cosas para las que todo el mundo sugirió estuviese preparado. El tipo de cosas por las cuales, inconscientemente, no me quise bajar el tequila. El tipo de cosas por las cuales ese pote de manjar se va a quedar en el refri un par de días. Ese tipo de cosas. Esas cosas. Sangro al morder el limon. Me patearon. Me patearon y la polisemia podría explicar porque sangro de la boca al morder. Los Red Lantern tiran sangre, asi sale la luz roja del cuerpo, como una especie de vómito rojo. Lo menciono porque estoy tomando tequila, lo menciono porque estoy escribiendo solo para mi, lo menciono porque alguien debería haberlo mencionado yo. Lo menciono porque al final del día soy el que se tiene que cantar los a-ru-ru, ahora. Menciono las cosas que me importan porque de vez en cuando hacen diferencia. Las menciono porque me da pena nadie más lo haga. Se me olvidó pedirle a mi madre la Odisea. Que clase de imbécil parte un curso de literatura general con la Odisea. Nuevamente se me viene a la mente Dubliners. Se me vienen a la mente los libros que no he leído aun y lo entretenido que está siendo volver a leer. Ese Carpentier, flor de estilo. Casi implagiable, de lo bueno que es. Más tequila.
Esto es como una de esas crónicas de la guerra del golfo, de esas que hacían los periodistas al lado de los soldados, esas de la guerra con colores, esa de las chispas: esas en las que nunca había ningún muerto y la guerra era mmm ascética, a falta de imaginación para el adjetivo. Más tequila. Más tequila. Quiero tequila para olvidar y tequila para recordar y tequila para escribir tan bien como Carpentier y decir que si, que si puedo decir que soy un novelista sin que se me caiga la cara de vergüenza, sin que se aparezcan los fantasmas a decir que he cometido una especie de acto de hybris. Todos los novelistas muertos que no he leído, apareciendo y haciendo una especie de ronda como de musical, advirtiéndome de los peligros del exceso de ego que vuelve a un cuentista asumido y publicado y pobre como una rata, un novelista teniendo ganas las tonteras que hace se vendan algún día como las de Dan Brown. Me duelen los musculos de la pierna. Caminar. Tequila y caminar. Tomar la botella de tequila y salir a caminar. Caminar. Irme. Saben, irme. Irme caminando. Le robaría una pagina del repertorio a un imbécil de por ahí y amenazaría con la idea de un suicidio tan inverosímil, tan de ebrio-herido, tan de hombre patetico que resultaría el final de los problemas para muchas muchas personas. Ahora debería llorar y llorar porque nadie me entiende. Debería. Ahora debería amenazar con una sacada de chucha y un montón de ira. Uuuuu uuu. Debería.
Ahora alguna referencia a música como la callampa y alguna noción de la importancia de dicha música. Debería.
Eso finalmente termina por funcionar, no?
No?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que al final, no funciona. Es una ilusión que tenemos, como un consuelo éstúpido. Como creer que por que a otro la pasó la misma mierda es menos mala.
Música como la callampa, incursiones homosexuales, buenos días a todos, el horóscopo del diario, la misma nimiedad que no aporta en lo màs mìnimo a la vacuidad de ese estado en si mismo.
No empeoremos las cosas.

Anónimo dijo...

Y pensar que aún me acuerdo de ti...